Errante transcurrir entre una palabra y otra. Construcción de sentido que fluye si hay códigos compartidos. Caleidoscopio que muta eternamente en movimiento incesante entre lo que se quiere expresar, lo que se dice y lo que es mejor callar. Puede que al buen entendedor le alcance con pocas palabras. No es este el caso. A veces las palabras no son suficientes, otras logran un lindo resultado que es necesario y urgente compartir. Estos son sólo algunos escritos.
viernes, 8 de enero de 2010
Un sueño
Era una noche extraña. Oscura y clara al mismo tiempo. Estaba caminando entre las calles de una ciudad desconocida. Había edificios, pero también algunos espacios abiertos. El cielo estaba teñido de una intensidad como pocas veces había visto. No sé hacia dónde me dirigía, pero estoy segura que iba a algún lugar determinado. Alguien me acompañaba unos pasos más atrás. No hablábamos, pero yo sabía que estaba allí. Creo que era mi mamá la que de repente me pregunta si estaba previsto algún tipo de fenómeno especial para esa noche. Le pregunté por el motivo de su consulta. "Mirá la luna", me dijo. La luna estaba a mis espaldas. Me di vuelta y vi una luna enorme, redonda, brillante que poco a poco se iba tornando rojiza hasta oscurecerse. "Es un eclipse", le dije. El fenómeno me asombró. Nunca había visto algo semejante. Apenas ocurrido el acontecimiento siguieron unos segundos de la más pura y absoluta oscuridad. Luego empezaron a caer infinitos, millones de fragmentos incandescentes que nos inundaron en un instante. Eran como pequeñas bolas de fuego que se apagaban al tomar contacto con el suelo. Era una lluvia de meteoritos. "Pedí deseos", me dijo. Increíblemente tenía ante mi la posibilidad de pedir todos los deseos que quisiera. Uno por cada una de esas pequeñas estrellitas fugaces. Sólo recuerdo que desperté pronunciando tu nombre.
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