viernes, 8 de enero de 2010

Apariencias

Me río, más que nunca tal vez. Mucho más de lo habitual, seguramente. La ironía que me provoca la risa me hiere, me quema por dentro y necesito hacerla explotar. El sinsentido me desborda, pero no importa, total estoy más allá del bien y del mal. Ya no puedo distinguir si yo soy yo o soy la sombra de lo que fui.Hay quienes se sorprenden, hay quienes se resignan, y hay quienes simplemente me soportan. En el fondo, creo que tienen mayor tolerancia de la que yo misma puedo tener. Me sorprendo, me resigno, simplemente me soporto y es que en realidad es todo lo contrario. Los chistes no me causan gracia (nunca me lan causado), la compañía se me hace necesaria, la verborragia, las reacciones impensadas, los arranques de exabruptos que siempre he controlado, lo único que me generan es sensación de ocultamiento, un vil engaño para el alma.Allí está el corazón chiquitito, estrujado, lleno de agujeritos, fragmentado por todos lados. Late. Aún late. Peor aún, a pesar de todo, siente. El corazón, el alma, el propio ser, todo está minimizado, vulnerado. Hay cierta necesidad de ocultar las heridas en carne viva. "Nadie muere de amor", asegurarán muchos. Seguramente que no. La mayoría debe entregar la vida por desamor. La mía no es la excepción.Nadie tiene por qué saberlo. Es necesario guardar las apariencias después de todo la miseria, no tiene por qué notarse. Son apariencias, y engañan.

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