viernes, 8 de enero de 2010

Introducción

La pantalla se iluminó y después de una breve vibración una frase inquietante traía reminiscencias del pasado. El teléfono estaba tirado sobre la cama deshecha, perdido entre las sábanas. Te amo, no puedo evitarlo. Es todo lo que decía el mensaje. No había firma, aunque no era necesaria. El sabía muy bien quién se lo enviaba. Habían pasado algunos meses desde la última vez que se vieron. El, ahora, ya estaba en otra historia, pero el contenido del sms lo perturbaba. Cuando ella tiempo atrás le confesó que no podía olvidarlo y volvió a susurrar repetidamente "te amo", él simplemente se limitó a decir "no lo hagas". Ella lo intentó. Sin embargo, cada día lo recordaba, cada día lo extrañaba irremediablemente. El nunca más había vuelto a saber de ella hasta el preciso instante en que se apareció a través de un nada simple mensaje. No supo qué contestarle. Se recostó nuevamente sobre su cama revuelta, puso el brazo derecho bajo su cabeza y con la mano izquierda que sostenía el teléfono volvió a buscar el mensaje para releerlo varias veces. Por primera vez en mucho tiempo volvió a pensar en ella.Afuera hacía frío. Se escuchaba al viento jugar con los cables que pegaban contra la pared y las gotas de lluvia se hacían sentir con fuerza sobre los techos de los patios vecinos. Sintió ganas de acurrucarse en su cama, y todavía pensando en ella, recordó la cantidad de veces que la mañana gris los había sorprendido con un panorama similar, tentándolos a pasar el día sumidos entre las sábanas y los abrazos. Después, cuando el estómago les mandaba que era tiempo de salir de ese refugio, se entusiasmaban en la idea de abandonarse a la tentación de una taza de chocolate caliente, de esas que energizan el alma. La última vez que él la había invitado a su casa era un día como ese. La propuesta se la envió mediante un mensaje a su teléfono que resultaba contundente en sí misma. "Querés venir a casa? Hay chocolate con churros". Para ella no sucumbir a la tentación fue difícil, pero entonces, ya las cosas no estaban bien entre ellos. No respondió. No fue. No quiere decir que no se hubiera arrepentido, pero por una vez fue capaz de decirle que no, y eso la hizo sentirse firme en su decisión.El, ahora, estaba en otra historia. ¿Pero era esa la historia que quería? Esa mañana se lo preguntó muchas veces. Tenía todavía el teléfono en la mano cuando recibió una llamada con número desconocido. "Hola... hola", dijo, y sólo recibió como respuesta silencio y un posterior tono de ocupado. ¿Y si fuera ella? Se preguntó, y la idea no dejó de darle vueltas en su cabeza.

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