Errante transcurrir entre una palabra y otra. Construcción de sentido que fluye si hay códigos compartidos. Caleidoscopio que muta eternamente en movimiento incesante entre lo que se quiere expresar, lo que se dice y lo que es mejor callar. Puede que al buen entendedor le alcance con pocas palabras. No es este el caso. A veces las palabras no son suficientes, otras logran un lindo resultado que es necesario y urgente compartir. Estos son sólo algunos escritos.
domingo, 19 de febrero de 2012
Amigo
Inmóvil. Casi podría decir intacto. Allí estaba, con su mirada vacía orientada siempre hacia el mismo horizonte. Lo vi, y no pude evitar la nostalgia. Es casi un amigo al que veo de vez en cuando pero que conoce muchos de mis secretos.
Estuvo ahí cuando fui vulnerable a las desdichas de la vida cotidiana. Fue testigo de nuestras manifestaciones de afecto. Esos abrazos eternos que eran nuestro pequeño lugar en el mundo cuando nos quedábamos inmóviles, en silencio y con los ojos fijos en ningún lugar. También supo de nuestra ruptura, y del adiós. Nos albergó en un reencuentro, aún sabiendo que era infructuoso.
Ahora estaba allí. Lo vi. Me vi. Te vi. Los recuerdos estaban allí, todos juntos, esperándome. Me senté unos instantes para entregarme a ellos de una forma ordenada. Me pregunte qué veíamos cada vez que nos sentábamos en ese lugar. Advertí que la vista ya no era la misma, como casi todo alrededor. Como nosotros mismos.
Vos no estabas ahí. En cierta forma, yo tampoco. Los recuerdos, así como llegaron, también se fueron. Él y su vacío, fue todo lo que había.
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