viernes, 8 de enero de 2010

Desolación.

Silencio. Un envase vacío. Una tarde sin sol. Una noche sin luna. Un invierno sin abrigo. Un desierto sin oasis. Domingos híbridos de siempre. Insomnio incontrolable. Pensamientos infinitos, constantes, tortuosos. Preguntas sin respuestas. Ruido insoportable de una canilla que gotea. El sabor desagradable del pan al que se olvidan de colocarle la cantidad necesaria de sal. El estómago hambriento y ni un peso en el bolsillo. Un cumpleaños sin saludos. Un teléfono que no suena. Una navidad sin regalos. Un corte de luz inesperado que dura más de lo deseado. Una gaseosa caliente. Una taza de café frío. Un colectivo que se va cuando estás llegando a la parada. Una palabra no dicha, frases no escuchadas. Una canción que te genera recuerdos. La ausencia permanente. Galletitas húmedas. Un mensaje escrito y borrado muchas veces, un envío no realizado. Una fantasía que se diluye en la nada. Un limón sin exprimir. Boletas sin pagar. Primicias de ayer. Canciones tristes. Auriculares que no funcionan. Celulares sin crédito. Lentitud en la red. Motor sin combustible. Mago sin trucos y a la inversa. Una casa vacía, muebles desvencijados, el paso inevitable del tiempo. La incomprensión en su máxima expresión. Cuentas que no dan. Resultados que no conducen a nada. Espera interminable. La certeza de que no estás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario