viernes, 8 de enero de 2010

El salmón

El otoño me pone un poco nostálgica. Me conecto los auriculares y escucho a Calamaro. También eso me da nostalgia. Increíblemente tiene la virtud de ponerme tan bien como mal. Si mi vida fuera una película no sabría cuál de sus canciones me servirían como leit motiv. Habla de dolores, de tristezas, de nostalgias, de amores perdidos. Y es inevitable que mis pensamientos fluyan. Recuerdo lo pasado, imagino lo que no fue, fantaseo con lo que podría ser. Busco argumentos que me ayuden a entender y a convencerme de que lo sucedido es lo mejor que podría haber pasado. Recuerdo frases hechas, razonamientos tantas veces reiterados... "A lo lejos se escucha venir lo que el rio no quiso contar, como siempre te vas a reir de algo ganso que te diga yo y te vas a dormir abrazandote siempre a mi, ya no tengo espinas clavadas en el corazón", escucho a Andrés. Pienso en sus días y noches infernales escribiendo canciones, componiendo músicas, embebiéndose y empastillándose o fumandose la vida, recurriendo a cualquier cosa que le permita acallar el infierno interior. Su arsenal no me sirve, pero sí tomo el argumento de que finalmente encontró la puerta para salir del laberinto en el que se había metido. Aquel que nadaba contra la corriente de repente se encontró nadando a favor.Las revoluciones que me sublevan son personales pero lo suficientemente globales como para arrasarme a escala planetaria. Son mis micro revoluciones de las que algunas veces no puedo evitar cierta manifestación. Normalmente recurro a mecanismos de autocensura, coerción, y busco cercenar mi propia libertad de expresión. "No ves como el corazón me grita y el techo se me cae encima porque me falta lo más importante". No, el corazón no puede gritar. No debe gritar. Yo también me siento a contramano. "Voy a tener que aprender a vivir otra vez". El Salmón parece decidido a conspirar contra mí.Camino algunas cuadras. Tengo pilas de cosas que hacer, pero no tengo ganas. No puedo seguir así, me digo a mi misma. "Yo te hubiera entregado mi vida, pero mis alas se quemaron y caí". Miro vidrieras y no encuentro nada que me conforme. Estoy confundida. Apago la música. Pero los pensamientos siguen. Pienso que yo también quiero vivir dos veces para poder olvidarte. Pienso que yo tampoco quiero que me abandones. Pienso en que te llevaste todo y me quedé sin nada. Y pienso que ya no hay vuelta atrás. Me río de mi conclusión. Llegó un poquito retrasada la noticia. Recuerdo que hace tiempo que no leo los diarios, y otra vez me sorprendo pensando en vos. Sí, me guardabas todos los suplementos que me servían. Nunca los leí. Esa maldita costumbre que tengo de acumular cosas de las que nunca me desprendo y a las que no le doy ninguna utilidad.Imposible no pensar en la bufanda de lana de llama que me regalaste. Espantosa, hay que decirlo. Ni hablar del gorrito coya de cuando fuiste al Norte. Si pensara en el vaso medio lleno diría que al menos entonces te acordaste de mi. Pero siempre veo la parte vacía, será porque no me gusta el contenido. Una bolsa enorme de consorcio con los muñecos de peluche de todas las formas y colores con los cuales no se que hacer. Mi generosidad no llega a regalarlos a una institución de niños, pero tampoco tengo coraje para tirarlos a la basura. Debo confesar que hay cosas de las que no tuve reparos en deshacerme. Los libros de tu autoría, los discos con la música que hacías y que nunca comprendí. Siempre pensé que en esos regalos había más soberbia que afecto. Yo sé que seguramente imaginarás que los guardo como preciados tesoros, pero nunca voy a revelarte la verdad. No tendría coraje para romperte la ilusión. Sé cómo sufre un corazón y no sería capaz de decepcionarte. Suerte que nunca me los vas a pedir.La malicia me ayuda a sostenerme. Mientras me río de lo ridículo de mis pensamientos, seco mis lágrimas. Vuelvo a conectar los auriculares. La música de Calamaro me envuelve. Me siento identificada. Imagino cada una de las situaciones que describen sus letras. "Por mirarte perdi las esperanzas de poderte volver a enamorar", dice un tema viejísimo. Para mí no deja de renovarse cada vez. Fueron maratones de escribir canciones. Y yo pienso en cuáles son mis maratones para tratar de sanar mis heridas. Las calles tantas veces transitadas. Las lágrimas. Los pensamientos. La tristeza. La nostalgia. Es otoño, pienso, es normal,el otoño me pone un poco nostálgica. Pero hace tiempo que en mi vida, todos los días son otoño. Allí va otra hoja.

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