martes, 20 de abril de 2010

Caracol

Lenta rutina. Todo lo que tiene está allí. Ir con la casa a cuestas hacia algún lugar. Cualquier sitio es ninguno. Ninguno es lo propio. Destino errante. Desarraigo constante.
Caracol col col, saca los cuernos al sol. Despertar un día fijado a una superficie cualquiera. Ponerse en movimiento casi con desgano. Acurrucarse y encerrarse bien adentro de uno. Coraza que cubre, que esconde, que oculta. Nada es lo suficientemente fuerte para sobrevivir a la crueldad, al descuido, a lo inesperado.
Fascinación mágica que asombra. Ser uno en el mundo, uno contra el mundo, uno en su propio mundo. Círculos concéntricos que conducen al propio infierno, instrospección que quema, cenizas del propio ser.
Tener todo y no tener nada.
Caracol de superficies confusas. Aletargamiento de melancolías. Transcurrir el tiempo más rápido que uno mismo. Caracol que saca los cuernos al sol, que los esconde al anochecer, que se somete al frío del rocío, que ve pasar el tiempo y no alcanza a reaccionar.
Caracol que sigue su propia lógica, que acepta su propia rutina.
No tiene una mansión, no tiene nada. Sólo una coraza que sin embargo, cualquiera puede destruir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario