lunes, 21 de febrero de 2011

Musica

Me dejo llevar por la música que me transporta hacia vos. Me entrego a ella de un modo inexplicable, como jamás lo hice con vos. Estoy ausente cuando me atrapa con su marea de melancolías. No puedo pensar en otra cosa, no puedo pensar en ninguna cosa mientras me lleva hacia dimensiones que antes no había atravesado.
Siento una conexión secreta que me arrastra lentamente. Es mi última esperanza de aferrarme a vos.
Llegó muy tarde. Como casi todo en mi vida. La escucho y pienso en la distancia que siempre nos ha separado. También vienen a mi mente los caprichos, las rivalidades ridículas que nos impulsaban, la amargura de las discusiones y el abismo tras cada pelea. La violencia de actitudes que no nos condujeron a ningún lado.
El día y la noche están congelados en un tiempo que se diluye infinitamente. Qué enigmas nos unieron. Todo lo aprendí de vos. El egoísmo, el despecho, la cautela, la desolación. El misticismo, la decadencia, la vulnerabilidad. Tu camino y el mío se separaron cuando no hubo códigos que pudiéramos sostener, compromisos que respetar, valores que compartir.
Llegaste un día para iluminarme. Me diste un tiempo de calidez, de complicidad, de ternura y sensualidad. Me dejaste heridas incurables, una muerte súbita, un penar insoslayable.

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