sábado, 2 de abril de 2011

Cuervos

Cuervos. Son cuervos. Negros. Oscuros. Feos. Comen mi carroña. Me despedazan. Se hacen la fiesta con los pedazos de mi vida. Me asechan. Están expectantes. Me vigilan. Me persiguen con su mirada condenatoria. Me miran con recelo. Me cuestionan. Me huelen. Miden mis pasos. Me rodean. Simulan que son otra cosa, pero son cuervos. Horribles. Feroces. Perversos.
Sobrevuelan mi andar para todos lados. Se pelean por los restos de mi cadáver. Les entregué mi vida, pero su apetito no fue saciado. No tengo más que ofrecerles, y lo toman todo con sus picotazos que me dejan sin energía. Me chupan la sangre como si fueran vampiros. Me roen como si fueran ratas. Me asustan con sus ojos enormes y amenazantes, pero me resigno no sin dolor.
Me consumen envida mientras esperan mi muerte. Los conozco a todos. Sé como son, uno a uno les conozco las mañas y sé que nadie va a privarse de celebrar mi último respiro. Saben que me clavaron el puñal de la decepción hace tiempo. Que aunque sobrevivo, morí hace mucho tiempo. Vivo con ese dolor desde que descubrí que les salían sus primeras plumas y sus corazones se volvían cada vez más oscuros. Son cuervos. Yo los crié y ahora me están sacando los ojos.

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