sábado, 9 de abril de 2011

Bebe

Me mira. Me sonríe a veces. Sus ojos claros me muestran su picardía. Juega con mi pelo. Se duerme en mis brazos en ocasiones. Hay una conexión que es fugaz pero simpática e intensa.
¿Dónde estaba cuando todo estaba pasando? me pregunto mientras la observo. Inevitablemente pienso en el paso del tiempo. Hay un abismo que nos separa entre su generación y la mia. Seguramente las cosas van a darse vuelta un día y seré yo quien no la comprenda. Probablemente mi mirada sea de desolación e incertidumbre.
Allí está, pequeña, sonriente, llorona a veces. Balbucea sonidos, juega. Mueve sus manitos sin coordinación, inspecciona un objeto, luego otro. Es inquieta, veloz y curisosa. Descubre el mundo a cada paso y todo lo que sucede a su alrededor le llama la atención. Imagino que en su micromundo es feliz.
Sé que crecerá antes de que pueda darme cuenta de la velocidad con la que transcurre el tiempo. Algún día se irá y yo quedaré extrañando la indescriptible suavidad de sus caricias inocentes. Es sólo una beba, pero pronto, no sé cuándo, dejará de serlo.

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