miércoles, 28 de julio de 2010

Piano

Una tecla, luego otra. Lentamente van conformando una melodía que suena espaciada, que va dibujándose despacito. Adquiere formas indefinidamente tiernas. En simultáneo una gota, luego otra, se van adhiriendo a los gélidos vidrios de la ventana hasta cubrirla toda. La oscuridad aporta un manto de soledad y nostalgia. Adivino tu sombra que se mantiene distante en la habitación contigua. Afuera hace frío. Adentro vamos construyendo un microclima que nos une lentamente también .
Escucho una voz que me embriaga de una forma poco frecuente. Me resulta irresistible. El relato armónico de frases breves, de sensaciones que nos identifican nos dan un escenario ideal para el encuentro. Estás ahí, dejándote llevar por tus pensamientos, sintiéndote parte de un universo que nadie más que nosotros conoce. Te sentís en tu casa, y me sabés parte de tu vida. Suena el piano, me abrazás y nos quedamos escuchando el repiqueteo de gotas en la ventana, el golpeteo del viento enfurecido, la música, nuestro silencio. Me abrazás largamente, y sin decirme nada, me regalás uno de los momentos más intensos que cabe en un recuerdo.
Luego, todo se transforma en oscuridad y silencio. Imágenes difusas me confirman que tu esencia se fue con el viento. Sin embargo, a lo lejos, muy tenue y muy suave, sé que todavía puedo escuchar algunos acordes. Y vos también.

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