miércoles, 12 de mayo de 2010

Esquirlas

La armonía se rompe en un instante. Cristales de un vidrio despedazado cuyas esquirlas se desparraman lentamente por doquier. Revoluciones eternas, quebrantos que se intensifican, soledades mudas de un todo defragmentado. Reconstruir pieza por pieza los cimientos que se deshacen como castillos de arena. Ciclos continuos que comienzan y se terminan inconclusos. Estancamiento eterno. Angustia de no ser.
El viento arrastra una hoja. La hace girar , la eleva, la empuja. Palidez saltarina que migra sin destino. Instantes antes se veía empalidecer prendida apenas a una rama ya mustia. Aferrada a ese hilo de vida no pudo contener el impulso. Ahora juega, se divierte. Por primera vez siente el placer de entregarse al soplido tierno que la convierte en un hada inquieta que desparrama magia por donde circunda. Instante supremo que vale lo que dura, toda una eternidad.
La imagino feliz. Inevitable sensación de angustia, de secreto compartido, de complicidad tácita. La veo caer de repente en un charco con agua, empantanada en el pavimento ya sin fuerzas para poder despegar.
Es una tarde tibia de otoño. Una brisa tierna se hace sentir en la piel y en los ojos húmedos. Los pies se hunden en veredas movedizas que también nos condenan a la soledad. Esquirlas de un pasado reciente que se prolongan por toda la eternidad.

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