domingo, 16 de mayo de 2010

Celos

Te habla. Te escucha. Te tiene de un modo que yo nunca podría. Compartís cosas que no nos unen. Se ganó tu simpatía. También tu fidelidad. Está ahí, en el medio. Y yo me corro de lugar. Nunca he tenido argumentos. No los he creído necesarios. No puedo evitar la postura de guerra ni el virtual enfrentamiento, pero de todos modos te dejo ir.

Me rindo. No hay margen de batalla, la causa está perdida. Probablemente no pueda precisar ni el qué, ni el cómo, ni el cuándo. La magia se terminó. Como un imán que pierde su capacidad de atracción, así me siento frente a vos.

Ya no tengo ganas de hablarte, mucho menos de compartirte. Te dejo en libertad. Cuando me habla de vos siento que puede ofrecerte y pedirte mucho más de lo que yo soy capaz. Te veo fascinado. Sin querer elegiste. Tal vez inconscientemente me abandonaste.

Primero fue una grieta. Luego un abismo. Estás tan lejos que apenas si puedo tocarte. Te quiero, pero ya no puedo manifestartelo de un modo que me haga feliz. Andate, no quiero que te quedes. No quiero retenerte. Tus palabras ya no me acompañan. Son construcciones que están vaciadas de sentido. Te quise solo para mí, burbuja de un mundo imaginario cuya fragilidad se resquebraja, se agrieta. Fantasías que desaparecen por el impulso del viento.

Llegaste un día sin pedir permiso. Del mismo modo sé que te vas a ir. Voy a extrañarte durante un tiempo, el resto fingiré que nunca estuviste aquí.

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