sábado, 16 de junio de 2012

Diente de león



Caminaba por un bosque encantado, cuando lo descubrí a la vera del camino. Tan perfectamente prolijo, tan enteramente mágico. Fantasía de un tiempo atípico, oasis en medio del desierto. No pude evitar el impulso. Algo de mi niñez afloró en ese instante oportuno. Con mucho cuidado, extendí mi mano hasta su tallo,arrancándolo casi sin esfuerzo.
Semillas curiosamente prendidas unas a otras como piezas de encastre, le daban una forma llamativamente redondeada. No pude evitarlo. Frente a esa muestra tan perfecta del azar, pensé en algunas secretas inquietudes. Me dejé llevar por la creencia básica de otorgarle a la naturaleza el poder de hacer realidad los deseos más profundos. Pensé rápidamente, y soplé con fuerza. Algunas semillas volaron debilmente, pero la mayoría permaneció asida a ese esponjoso corazón.
Varias veces debí repetir la operación, hasta que todas las piezas del rompecabezas se dispersaron con el viento. Se fueron llevando mis deseos. Quizás algunos de ellos germinen, florezcan y me regalen momentos únicos de satisfacción. Tal vez no.
Sé que de esas semillas nacerán otras, y nuevas fantasías cobrarán vida. Acaso no me toque nuevamente entregarle al viento mis ambiciones, pero seguramente algunas otras esperanzas se desparramen llevando su dosis de inocencia e ilusión.

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