No supe quién era. Su rostro impávido me era familiar, no obstante, no pude recordarlo. Su mirada inquieta me seguía con disimulo. Vi su expresión ruda, sus rasgos tensos, su mirada nostálgica. Me miraba como sin verme. Me incomodaba. Me obsesionaba. Inútilmente buscaba en mi memoria. No podía recordarlo.
Se sentaba a lo lejos pero lo suficientemente cerca para no perderme de vista. No había sitio en el que no estuviera. Era silencioso, como una sombra. Nunca me atreví a hablarle.
Me hice cientos de preguntas. Me detuve en cada detalle. No hubo forma de saber quién era. No me atreví a compartir la intriga con nadie más. En silencio me sentía acompañada por esa mirada constante que apareció un día sin pedir permiso y de la misma manera se fue.
Esta tarde el doctor me dijo algo que no alcancé a comprender. Desde el accidente, todos hablan de demasiadas cosas que nunca llego a entender.
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